La historia de la ciencia y la tecnología está repleta de figuras que marcaron la diferencia con sus ideas visionarias e innovaciones revolucionarias. 

Entre ellos, Emilio Herrera Linares, científico e ingeniero español del siglo XX, ocupa un lugar destacado por su contribución a la aeronáutica

Su obra no solo impactó a su generación, sino que también sirvió de inspiración para futuros avances en la exploración espacial. 

Herrera fue un pionero que, con recursos limitados y en tiempos turbulentos, desarrolló ideas precursoras de la exploración espacial moderna. Su traje estratonáutico, conocido como la «escafandra estratonáutica», fue un prodigio técnico que allanó el camino para la tecnología de los trajes espaciales actuales. 

Conocer su legado es esencial para comprender el progreso de la aeronáutica y cómo la humanidad ha avanzado hacia las estrellas.

La vida de Emilio Herrera Linares

Emilio Herrera Linares nació el 13 de febrero de 1879 en Granada, España. 

Su familia tenía una fuerte tradición militar, y él no fue una excepción. 

Su padre, Emilio Herrera Méndez, era un comandante del Ejército, por lo que desde temprana edad, Emilio fue introducido al mundo castrense. Ingresó en la Academia de Ingenieros de Guadalajara en 1898 y se graduó con el rango de teniente en 1903.

Desde joven, Herrera mostró un gran interés por la ciencia y la ingeniería, lo que lo llevó a perseguir una carrera en la que combinaría su educación militar con su pasión por el conocimiento técnico. 

Se casó con Carmen Nieto en 1906, con quien tuvo dos hijos, y siempre fue un ferviente defensor de la ciencia y la educación.

Los logros de Emilio Herrera Linares

Tras finalizar sus estudios en Guadalajara, se unió al Servicio de Aerostación Militar, donde desarrolló técnicas de observación y navegación con globos aerostáticos. 

Durante su estancia en Marruecos, donde fue destinado para luchar en la guerra colonial, perfeccionó técnicas de reconocimiento aéreo para mejorar las operaciones militares.

En 1914, Emilio Herrera se convirtió en piloto de aviones, contribuyendo al desarrollo de la aviación en el ejército español. Trabajó en la construcción de aviones y se asoció con otros ingenieros para desarrollar nuevos diseños, marcando así un hito en el avance de la tecnología aeronáutica militar.

El logro más célebre de Herrera fue el diseño y desarrollo de la escafandra estratonáutica, un traje destinado a proteger a los pilotos durante vuelos a altitudes extremas. 

A principios de la década de 1930, planificó un vuelo estratosférico para estudiar la atmósfera terrestre, lo que requería un traje presurizado para resistir condiciones extremas. El traje, diseñado en 1935, fue un precursor de los trajes espaciales modernos, permitiendo al usuario moverse con flexibilidad mientras mantenía la presión interna y el oxígeno necesarios para la supervivencia.

Herrera también contribuyó al diseño de vehículos y estructuras para la aviación, incluido un modelo de avión propulsado por cohetes. 

Su comprensión de la ingeniería y la física le permitió diseñar estructuras aerodinámicas avanzadas, lo que resultó en diversas patentes que reflejaron su agudo ingenio técnico.

Durante la Guerra Civil Española, Emilio Herrera se alineó con el bando republicano, y al final de la guerra se exilió en Francia. Allí continuó trabajando como científico e ingeniero, colaborando con la Agencia Espacial Francesa y escribiendo sobre temas científicos. A pesar de no poder regresar a España, su obra fue reconocida por organizaciones internacionales, como la Federación Aeronáutica Internacional, que lo condecoró con varias medallas.

El legado de Emilio Herrera Linares trasciende los logros específicos que dejó a su paso. Su escafandra estratonáutica anticipó muchas de las características que se verían en los trajes espaciales utilizados décadas después en los programas espaciales estadounidenses y soviéticos. 

Además, su empeño por la innovación, incluso en medio de la agitación política y personal, simboliza el espíritu indomable de los científicos que se niegan a abandonar su pasión por el progreso.

A lo largo de su vida, Emilio Herrera Linares fue más que un ingeniero: fue un visionario que imaginó un futuro donde la humanidad alcanzaría las estrellas.

Recordar su historia y su trabajo no solo es necesario para dar crédito a sus logros, sino también para inspirar a las futuras generaciones de científicos y exploradores que, como él, buscarán llevar a la humanidad más allá de sus fronteras 

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